Episode Summary
Esta mañana terminé de escribir una entrada para mi blog de turismo “Puerto Rico By GPS”. La titulé “Luis Muñoz Marín Foundation, An Adventure in History” y está programada para publicarse mañana viernes, 20 de enero, a las 8:00am AST. La escribí enteramente a mano, sin la ayuda de ChatGPT. Quizás te preguntes por qué esta aclaración al final del primer párrafo. ¿Tiene algo que ver? Pues sí. Además de acomodar la palabra clave principal del texto en el primer párrafo —como le gusta a Google— puntualiza el hecho que no intervino “mano electrónica” alguna. Por años he destilado una manera singular de producir contenido que me facilita la vida, asegura la veracidad de lo que escribo y hace el proceso ameno y entretenido. Hoy en día el proceso de escritores como yo se ve amenazado por sistemas de inteligencia artificial que levantan datos indiscriminadamente de la internet y los condensan en escritos pseudo-humanos. Afortunadamente, por lo menos por ahora, esos escritos son relativamente fáciles de distinguir de los reales por su falta de “vitalidad”. Dicho de otra manera, a un modelo de inteligencia artificial se le hace sumamente difícil ser sarcástico, cínico o pícaro y mantener un hilo editorial creíble y de respeto. Tampoco “dobla” las reglas de escritura ni recurre a imágenes metafóricas. Eso sólo lo logramos los humanos después de décadas escribiendo. Aún así el mundo de la producción de contenido está henchido de elogios para ChatGPT, un modelo de inteligencia artificial, desarrollado por la firma OpenAi, que es capaz de contestar o comentar sobre preguntas o argumentos postulados por los humanos. En buen lenguaje de Internet es un “ChatBot”. Esto último es importantísimo porque los chatbots son sistemas diseñados para conversar. Unos conversan de forma hablada y otros de forma escrita. ChatGPT lo hace de manera escrita. Eso ha despertado el interés de productores de contenido alrededor del mundo que han visto en ChatGPT una forma de producir contenido “instantáneo” y gratuito para sus páginas de Internet. Además ChatGPT tiene otras habilidades, como la de escribir programas de computadora con sólo decirle lo que nos proponemos. En lo personal yo experimenté con ChatGPT cuando lo anunciaron por primera vez el 30 de noviembre del 2022. En aquella ocasión me registré y le pedí que me escribiera tres párrafos para un libreto de video que estaba produciendo. Lo que produjo fue lo suficientemente bueno para adaptarlo y usarlo, pero noté que el tono fue frío, impersonal y distante. Pero lo produjo. Y lo peor es que sé que hay personas que lo van a usar tal y como ChatGPT lo produzca. Van a inundar la Internet. ¿Por qué? Pues porque ellos son incapaces de hacerlo mejor. Y como “en el mundo de los ciegos el tuerto es rey”, lo van a tirar pa’ alante pa’ que lo consuman otros ignorantes como ellos. Y de eso es que voy a hablar hoy, del sifón que se avecina de contenido insípido, vacuo, regurgitado y hasta en algunos casos “ilegal”, que esta nueva modalidad de “inteligencia artificial” va a producir. Muchos de ustedes me habían escrito para que hablara de ChatGPT. Y no lo había hecho porque tengo mis serias reservas. Y claro, en el mundo de hoy, cuando uno tiene reservas, lo tildan de “queda’o”, de que se opone al cambio. Y como decía Platón: “Los sabios hablan porque tienen algo que decir; y los tontos porque tienen que decir algo”. Yo siempre he preferido ser del segundo grupo. Así las cosas, dejé la película correr hasta que algunas de mis sospechas comenzaron a materializarse. Ya la gente está comenzando a cuestionar la legalidad de ese contenido, y por supuesto, su valor intelectual. Y esos si son temas que a mí me apelan. Por eso, hoy vamos a hablar de ChatGPT, pero a la luz de sus consecuencias para el mundo del SEO y de la propiedad intelectual. OTROS EPISODIOS QUE TE PUEDEN INTERESAR: 11 Mitos Tecnológicos Que Suenan Creíbles 16 Mentiras Que Te Dijeron Durante La Infancia